Sentí un deseo de encontrar la luz de las estrellas invisibles a mitad de camino, una luz inalcanzable porque todo mi ser estaba atrapado en un punto ciego, una luz que venía a toda la velocidad posible, cubriendo más de mil millones de kilómetros cada hora. A su debido tiempo llegaría, y alumbraría a otros humanos, o acaso otras configuraciones de nuestro mundo, después de que catástrofes inimaginables lo hubieron vuelto irreconocible.