México, por desgracia, tiene una historia de gobiernos autoritarios que se remonta hasta la época de la Colonia, y los gobiernos autoritarios están siempre deseosos de mantener el control sobre sus gobernados. Una forma de lograrlo es imponerles visiones del mundo —de la política, de la vida en sociedad— que justifiquen sus acciones y su permanencia en el poder. Hay más de un caso de esto en nuestra historia, y también de censura contra ideas consideradas impropias o subversivas: insinuaciones de una realidad distinta, de una imagen del mundo opuesta o distinta a la que el poder considera “apropiada”. Aunque las obras que utilizan la imaginación fantástica no tienen necesariamente un compromiso político, el hecho de que se refieran a lo imposible, a los límites de una idea de lo real, invita a pensar en cómo entendemos —o cómo se nos hace entender— la realidad. Y esta reflexión irrita al pensamiento autoritario porque incita a salir del conformismo, de la docilidad...