Jornada exaltante. Stravinski tocó alguna cosa del David futuro. No es posible describir lo bello que era. (…) Escaladas a las cimas de las montañas. Se encuentran las últimas nieves, bajo las cuales trabaja la primavera. De noche, muerto de cansancio, uno se acuesta a las nueve. Mis cartas son cortas por dos razones. La primera es el sueño y el trabajo. La segunda, nuestro gusto por lo breve… ¡es la condensación moderna!".
Las cartas que Jean Cocteau (1889–1963) escribió a su madre entre 1906 y 1918 poseen una riqueza cautivante. Relatos de aventuras, diálogos, pensamientos, bromas y hasta consejos para el perro Choko muestran que Cocteau no escatima tinta cuando se trata de reconfortar a su madre.
Detrás de la inocencia de estos textos, el versátil autor consigue superar lo cotidiano y dar cuenta, a través de su pluma de poeta, del apogeo y ocaso de la Belle Époque, que coincidió con sus años de juventud.