En un estudio japonés, en cambio, se examinaron las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a variaciones en los niveles de testosterona y cortisol provocadas por la música. En las situaciones física y psicológicamente estresantes, el cortisol aumenta del mismo modo en los dos sexos, mientras que la testosterona se comporta de forma diferente en condiciones de estrés: en los hombres disminuye, y en las mujeres aumenta. Los investigadores, Hajime Fukui y Masako Yamashita, de la universidad de Nara,21 reclutaron a 88 estudiantes (44 varones y 44 mujeres) y los dividieron en cuatro grupos: el primero tenía que escuchar música únicamente (música japonesa para niños y canciones en inglés), el segundo tenía que ver imágenes violentas escuchando la misma música, el tercero solo veía las imágenes y el último no hacía nada. A todos se les midió el nivel de cortisol y de testosterona en la saliva, antes y después de la prueba. Fukui y Yamashita observaron que la música tiene la capacidad de reducir los niveles de cortisol en ambos sexos, supuestamente porque relaja y es agradable. Así que puede mitigar el efecto estresante de la visión de escenas violentas. Este tipo de respuesta era más o menos previsible. Pero en lo referente a la variación de los niveles de testosterona, se produjo una sorpresa: la hormona respondió a la música exactamente como responde a las situaciones de estrés, es decir, bajó en los varones y aumentó en las mujeres.
La hipótesis de los dos investigadores es que el descenso de testosterona en los hombres puede estar relacionado con la capacidad de la música para reducir la agresividad: como esta y la competitividad típicas de los varones pueden ser un obstáculo a la serenidad del grupo, todo lo que ayude a frenarlas tiene, sin duda, un gran valor biológico. Esta observación coincide con las hipótesis que reconocen el valor de aglutinante social de la música. Pero no explica gran cosa del efecto sobre la testosterona femenina.