Que Riko sea el rey si quiere —dijo Kevin con la pronunciación exagerada de los borrachos—. El más ansiado, el más protegido. Sacrificará todas las piezas que sean necesarias para proteger su trono. ¿A quién le importa? Pero ¿yo? —Hizo otro gesto, intentando señalarse a sí mismo, pero demasiado ebrio como para levantar la mano más allá de su cintura—. Yo seré la pieza más mortífera sobre el tablero.
—La reina —dijo Andrew, detrás de Neil.