Kevin le arrebató a Dan el papel de las manos y lo miró. Matt se asomó sobre su hombro para verlo.
—Nos tomas el pelo. Tienes que estar de broma. ¿Es broma o no es broma? —preguntó, mirando a Jeremy con incredulidad. Allison le tiró de la manga exigiendo una explicación—. Solo hay nueve nombres en la lista.
—Dos porteros, tres defensas, dos centrales, dos delanteros —dijo Jeremy—. Vosotros habéis llegado hasta aquí con eso. Es hora de descubrir cómo nos desenvolveríamos en una situación así. Lo estoy deseando —añadió con otra amplia sonrisa—. Ninguno hemos jugado nunca un partido entero. No nos ha hecho falta porque los números siempre estaban de nuestra parte.
—Y dices que yo estoy loco —dijo Kevin—. Si jugáis así vais a perder.
—Puede —aceptó Jeremy sin mucha preocupación—. O puede que no. En cualquier caso, será divertido, ¿no crees? Ya ni me acuerdo de la última vez que estuve tan emocionado de jugar un partido. Mírame. —Extendió las manos con una carcajada—. Dadlo todo ahí fuera, Zorros, que nosotros haremos lo mismo.
Los dejó a todos pasmados, viendo cómo se alejaba con la cabeza erguida y una sonrisa sincera. Neil comprendió por fin por qué los Troyanos de la USC habían ganado el premio del Día del Espíritu Deportivo ocho años seguidos. El trofeo estaba pensado para aquellos que demostraban más deportividad en su juego y requería un voto unánime por parte del CRRE. Los Troyanos no habían recibido nunca una tarjeta roja ni habían dicho nada grosero sobre un rival ante las cámaras. Neil había supuesto que era una fachada igual que había creído que los criterios de fichaje de Wymack no eran más que una complicada estrategia publicitaria.
—Retiro lo que dije sobre un terremoto —dijo Nicky en voz baja—. Ya tengo nuevo equipo favorito.