Gottfried Benn, Ernst Stadler, Georg Heym o Georg Trakl, con quienes compartía la visión distorsionada y lóbrega de la realidad, formado literariamente en la misma gran cultura centroeuropea que acogía a Heinrich Mann, Hermann Broch, Stefan Zweig, Karl Kraus, Robert Musil, Hugo von Hofmannsthal o Robert Walser, amigo en Praga –Praga era entonces una ciudad en permanente ebullición intelectual– de los escritores de lengua alemana Max Brod, Franz Werfel, Oskar Baum o Ernst Weiss, y no ajeno al sustrato del que se nutrían escritores de lengua checa como Jaroslav Hašek o Karel Čapek,