Si me das éxito, no me quites la humildad,
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda,
no me dejes culpar de traición a los demás
por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a Ti mismo
y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
ni en la desesperación si fracaso, más bien,
recuérdame que el fracaso es la experiencia
que precede al triunfo.