cuando nací. Cada sábado se encajaba una boina vieja y unos guantes, y se pasaba horas podándola y revisando sus hojas para detectar posibles plagas. Me explicó que una higuera es un árbol chaparro muy especial, que da dos tipos de frutos de mentiras: higos y brevas. Son de mentiras porque, en realidad, los frutos son las pepitas que vienen adentro del higo y que truenan cuando las masticas. A los higos todo mundo los conoce y a mí me encantan: son suaves y dulces. Ah, pero las brevas son más grandes, más ricas y más escasas. Algunas higueras, como la que papá sembró, además de higos, dan brevas, que son higos que no maduran a tiempo y se cosechan algunos meses después, antes de la siguiente temporada de higos. Total que una breva es un higo, pero mejor, porque tuvo más tiempo para madurar.
Al irse, papá me dijo que yo era una breva y mis hermanos unos higos simples y desabridos, comunes y corrientes. Bueno, no es cierto, nunca usó las palabras simples, desabridos, comunes ni corrientes, sólo mencionó que eran higos, pero que no se los dijera. Y sí les dije, pero