Desde siempre la violencia ha ejercido su hechizo sobre los poetas. La muerte, la guerra, la sangre y el pavor han movido a escritores como Homero, Milton, Poe, Plath o Pizarnik, ya que de ellos surge la contradicción que da entrada a lo poético, a la necesidad de aprehender lo impenetrable que permite la metamorfosis de lo monstruoso a lo humano y que, sobre todo, exige y responde a nuestra necesidad de conmovernos ante esa contradicción. María Ramírez Delgado alza su voz sobre estos temas en este libro fuerte y estremecedor como un disparo, donde la violencia contra los otros es una realidad que «tiene el sabor de sangre», «el desollamiento es un acto de amor propio» y en cuyos poemas «previo al olvido los cerrojos son símbolos». Leer estas páginas hará surgir en nosotros el sentimiento que Immanuel Kant llamó «lo sublime terrorífico», que se presenta con un aspecto de terror y melancolía, pero siempre inabarcable y simple como la soledad. Estos poemas filosóficos se manifiestan en nuestro presente como un despertador y su peculiaridad radica en la revelación desnuda y seca que presentan al lector de la realidad humana, en la que deja de importar el lugar al que pertenecemos para abrazarnos a lo que somos.