«Yo sabía que adoraba a aquella criatura. ¡Cuántas veces antes no me había mirado en aquellos ojitos oscuros, brillantes como moras al sol, derritiéndome ante la confiada inocencia que en ellos flotaba! El otro día fue diferente. Atravesé el umbral de sus pupilas y me perdí en lo hondo de su mirada, donde descubrí conmocionado un paisaje sumergido; nuevo, sin retorno.
[…] Ocuparme de Elvira no ha sido un sacrificio […] ¿O me acusarán de haber adorado y adorar a mi sobrina? […]".
Así empieza una novela sorprendente, distinta, que aborda un tema difícil y transita sobre el filo de la navaja sin concesiones ni coartadas. El drama de un ser humano capaz de dominar y sublimar una pasión prohibida.