La voz sombra

La voz altera la temporalidad porque está condenada a quedarse en el presente para siempre.

. Algunas voces no nos abandonan, forman parte de nosotros, al igual que ciertas miradas que nos atravesaron. No las conservamos en nuestra memoria sin más; las conservamos en el cuerpo, en el calor del cuerpo, aunque yo no sepa dónde exactamente.

En nuestros tímpanos están grabadas las voces de ciertas personas de las que habríamos preferido no separarnos jamás. A la manera de un epitafio o un tatuaje, están inscritas en nuestro cuerpo.

La palabra inolvidable. Mientras exista la voz, no podemos olvidarla, porque corresponde a esa presencia.

Es inolvidable.

Hay algo devastador en la marcha definitiva de una persona, algo que nos deja devastados. No es producto de nuestra imaginación; esa marcha despeja dentro de nosotros un territorio, un espacio inmenso hecho de ruina y desolación. Sería preciso abandonar ese espacio para acudir al sitio donde se encuentra la persona, pero ésta ya no ocupa ningún lugar, y las únicas huellas que nos quedan son objetos, fotografías, o su voz, siempre en presente, en un presente que ya sólo puede ser el de ese mundo devastado.

El recuerdo de la persona genera una resaca

Las personas tienen miedo de desgastar. Tienen miedo de desgastar su tristeza, cuando se trata de un ser querido. Mejor sentirse asediado por el dolor y la desaparición que rendirse al mundo del olvido y la ausencia generalizada. Un amigo conserva una cinta que contiene una grabación de la voz de su difunto padre, pero la escucha muy poco, por temor a desgastarla.

Las voces reales tienen motivos de sobra para temer a los vivos que pretenden desembarazarse de los muertos. La voz nos persigue. La voz nos desestabiliza. Quienquiera que tema este pasaje y aspire a delimitar con claridad los dos mundos procurará ante todo desterrar las voces grabadas,

Sucede que, mucho después de que alguien haya muerto, nos impacta su mirada captada en una fotografía. Es el presente que surge durante un instante. Pero esa mirada enseguida queda corregida en la imagen por el cuerpo donde se aloja, un cuerpo determinado en el tiempo. Excepción hecha de esas miradas que aún nos sorprenden por su vivacidad,

Hoy, poca gente se acuerda de conservar el olor como recuerdo de un momento.