La voz sombra

La voz altera la temporalidad porque está condenada a quedarse en el presente para siempre.

Si decidiéramos vivir en todo momento con esa voz, con esa voz en concreto, escucharla sólo a ella, tenerla siempre resonando en nuestros tímpanos, ¿lograríamos olvidar la ausencia real del cuerpo que la acompañaba? ¿Comenzaría la voz a vivir una vida propia? ¿O, cuando menos, cambiarían de naturaleza esa ausencia y esa presencia? A fuerza de escucharla, formaría parte de mi cuerpo, acabaría habitando este cuerpo que es mío.

Porque la voz grabada no puede escribirse. Sólo puede aparecerse. No está dotada ni de habitáculo ni de manos para escribir.

Voces y fantasmas tienen en común que alteran la temporalidad. Los fantasmas no están tan presentes como las voces, pero, cuando se nos aparece un fantasma, no sabemos si somos nosotros mismos quienes nos vemos arrastrados hacia el pasado o si es el pasado el que nos persigue en el presente.

Antiguamente, era el olor lo que transmitía la huella de una persona. Hoy, poca gente se acuerda de conservar el olor como recuerdo de un momento.

Pero, para que algo desaparezca, te preguntarás, ¿tiene que haber existido antes? Cada vez que actúa, la desaparición debe hacerlo sobre una instancia de la presencia, sin la cual no habría desaparición. Aunque la persona ya no esté, y la presencia ya no sea posible.

No es la persona como tal: es el presente de esa persona, el presente de la persona que alguna vez estuvo presente, y que permanece en forma de voz.

Por lo tanto, si te aconsejo que grabes la voz de tus seres queridos es, por desgracia, en previsión de su marcha, cuya hora no puede saberse de antemano. Porque, irónicamente, el cuerpo es mucho más frágil que la voz registrada.

esa voz ha regresado desde el pasado, ¿existe, por tanto, una especie de base de datos en la que están documentadas todas las voces que hemos oído? ¿Y se puede buscar en ella, como quien busca una aguja en un pajar?

en apenas unos segundos, el presente regresa, indeleble.

Es extraño decir del presente que regresa, como si se hallara en alguna parte, en un lugar que no es el presente. O puede que lo veamos como una aparición del presente, que, en realidad, existiría siempre.