Bellos, irisados, eróticos, terroríficos, alegres, melancólicos, pero en el fondo siempre misteriosos, los sueños se nos parecen, están hechos a imagen nuestra, hechos de nuestra misma manera de ser. Se asocian a nuestro entorno cotidiano, a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestros amores: reflejan nuestras emociones, encierran nuestros recuerdos, manifiestan nuestras esperanzas, nuestros intereses, los problemas, los miedos, los deseos secretos que ni nos atreveríamos siquiera a confesar.