Por cierto, retiro aquello que retiré. Quédate con mi primer consejo. Olvida lo de quedarte en la orilla. Tenía razón al principio: cuando tienes delante la posibilidad de ser feliz, hay que lanzarse de cabeza, zambullirse sin miedo, perder el traje de baño al tirarse, empaparse el pelo, irritarse los ojos, tragar agua si hace falta, apurar hasta quedarte casi sin aire…