En este intenso relato, Antonia intenta encontrar un modo de lidiar con la incertidumbre y el dolor que de pronto irrumpen en su vida. La ruta de su aprendizaje transita por la tristeza: un polvo que se mastica, se impregna y termina apoderándose de los sentidos para existir sólo ella; también por la ira: un bloque de concreto negro, impenetrable, que debe aceptarse con humildad, con irremediabilidad; de igual modo, por la desesperación, que es más que ambas juntas: un huracán, un ciclón, una vorágine hecha de viento y nubarrones.