Concebida como una compilación de relatos, ¿Quién se acuerda de Marguerite Duras? ha resultado ser mucho más que eso. Es, en lo fundamental, una colección de instantáneas de la ciudad de Buenos Aires y sus habitantes, una mirada desnuda y precisa que nos retrata en nuestra cotidianidad más cruda y, a la vez, más cercana. El delito involuntario de un vendedor de sahumerios, una jubilación miserable y la necesidad de sobrevivir, el destino que despunta en un hospital psiquiátrico, un adolescente testigo de Jehová con esperanzas, la señal de un vendedor de camote y un cuerpo descuartizado en estaciones de tren constituyen algunas de las fotografías con las que el autor ha logrado captar un tiempo y un contexto a los que todos, en mayor o menos medida, seguimos atados.