Para rendir sus mejores frutos, la filosofía ha de surgir de la experiencia viva y constituirse como un discurso coherente y lúcido. En esta convicción fundaron sus esfuerzos intelectuales los integrantes del grupo Hiperión, que apareció en la escena cultural de México alrededor de 1947; entre ellos destacaba, por su clara inteligencia y sus dones como expositor, el pensador Jorge Portilla (1918–1963). Las reflexiones en torno a las peculiaridades de la realidad mexicana, llevadas a cabo por este audaz filósofo, alcanzaron una suerte de culminación en el texto ensayístico que abre estas páginas.