Eloísa, una anciana que en su juventud fue abusada sexualmente de forma brutal por tres hombres enmascarados recuerda en el último día de su vida la cruda historia que la marcó. Se la relata a una de las enfermeras del sanatorio en el que agoniza al tiempo que le permite escudriñar un cuadernillo anillado que contiene impresas todas las cartas que intercambió en su juventud con Abelardo, el único amor de su vida.
Maenza reflexiona sobre los aspectos psicológicos, éticos y filosóficos en torno al amor occidental y teje un discurso meloso e inteligente donde el tiempo, los ritos amatorios y la presencia erótica son abordados con sutileza. Se incluye una visión singular de la escritura y una muy particular y simbólica Teoría de los afectos que se sirve en su analítica de la metafísica de los colores, los zodiacos, las sensaciones provenientes de los sentidos, el imaginario de las bestias alquimistas, los elementos clásicos y los arcanos del Tarot.
En una época donde las relaciones se suceden con lo vertiginoso de la modernidad y pululan los amores líquidos (al decir de Bauman), ”Todas las cartas de amor son ridículas” reivindica ese ritual laico de las correspondencias amorosas, cada vez más en decadencia, y hace apología a esa lentitud que Kundera reclama para los romances.
”Todas las cartas de amor son ridículas” se construye como una narración paródica de las novelas románticas, pero es al mismo tiempo una disertación moderna sobre el amor aunada a una historia de afectos y a un final de tragedia que pone sobre la mesa temas tabús como el abuso, la cosificación de la mujer y la violencia contemporánea.