De algún modo, dejaron un vacío. Yo me sentía triste. De tanto tiempo, me había acostumbrado a verlos por ahí, a la peque y a los otros. Tenía el extraño presentimiento de que se habían marchado para siempre. Qué tontería, ¿no? Por preocuparme, quiero decir. Sólo eran un viejo, su señora y sus cuatro hijos, y yo, que más o menos los había visto crecer, aunque ahora, sin motivo, hubieran desaparecido