Fulgor

Me pregunto cuántas muertes puede tener una persona.

espacio higienizado donde todo lo que se ha dispersado en mí y de mí será obligado a encajar.

un lugar en el que con toda seguridad intentarán volver a armarme, un

Soy la que nunca fui.

Lo único que sé con seguridad es que se trata de un ave, y que esa ave es, a la vez, una figura antropomorfa. Que es las dos cosas a la vez. La cosmovisión de muchas sociedades que llamamos tradicionales se estructura así, por oposición al pensamiento occidental, ese donde una cosa no puede ser a la vez ella misma y su contrario. Acercarse a la figura que tengo enfrente significa, me digo, aceptar su existencia con desparpajo, casi con inocencia; es admitir que una cosa pueda ser a la vez ella misma y todas las demás.

Cuando digo que salimos a la luz es porque así lo percibo: deberíamos estar en la oscuridad, pero en lugar de eso brillamos, somos seres centelleantes en la espesura de la noche que cae.

Obedezco y, a medida que avanzo, tengo la impresión de que el interior de esta estancia no tiene fin: he entrado al intestino del mundo y este no tardará en expulsarme y ese proceso por fuerza será doloroso.

Los restos que dejamos al pasar por el mundo pueden ser siempre usados en nuestra contra.

. Lo que sea que me haya estado rondando me iba a encontrar de todas formas.

Hay también en el aire, o así lo siento, una carga de humedad muy vieja, que surge de las grietas de los muros, o tal vez de otro suceso, de algo que no se ve.