Teo no se había atrevido a tener esperanzas, pero Niya se tambaleó hacia atrás, justo a través de la barrera y hacia la meta, con Xio aún en brazos.
Teo cerró los ojos y respiró hondo.
Había funcionado.
Sus amigos estaban a salvo.
Podía dejar de esforzarse.
Mientras caía y la luz de su traje se apagaba, le rezó a Sol que hubiera sido suficiente para mantener a Xio a salvo.
Y, luego, todo se volvió negro.