Montaigne no compartía la opinión de que un hombre de honor debiera quebrar su fe por su príncipe. «El bien público requiere que los hombres traicionen, mientan y masacren. Permítasenos dejar ese cargo a hombres más obedientes y conformistas.» Claramente, aquí el honor es más importante que el bien público, o aquellos que gobiernan tienen una noción falsa de lo que es esto último. «Si la perfidia puede alguna vez ser excusable, es sólo cuando se usa para castigar o traicionar la perfidia», continúa Montaigne. Para él, el conflicto oscila entre el honor personal y la traición pública.