Además de la lengua, el niño tiene que aceptar muchas otras formas de códigos, pues las necesidades de la convivencia hacen necesario ponerse de acuerdo acerca de códigos jurídicos y morales, de arte y de etiqueta, de pesos, medidas, números y, sobre todo, del papel social que se desempeña. Nos es difícil comunicarnos si no nos identificamos en términos de papeles como los de padre, maestro, obrero, artista, «un gran tipo», caballero, deportista, etcétera. En la medida en que nos identificamos con estos personajes y con las reglas de conducta correspondientes sentimos que somos alguien porque nuestros compañeros tienen menos dificultad en aceptarnos, es decir, en identificarnos y en comprobar que estamos «controlados».