a familia, por tanto, puede significar amor, pero puede significar también desatención, abuso y degradación. Además, la familia reproduce lo que contiene. Del mismo modo como es a menudo una escuela de virtud, también (y, frecuentemente, al mismo tiempo) es una escuela de desigualdad sexual, actitudes de crianza que no solamente generan nuevas familias a imagen de las anteriores, sino que influyen también en el más amplio mundo social y político. (Esta influencia va claramente en ambas direcciones, ya que la familia y las emociones que contiene están marcadas por leyes y por instituciones que tienen que ver con temas como la violación marital, la custodia de los niños, los derechos de los niños y las oportunidades económicas de las mujeres.) No es plausible que la gente vaya a tratar a las mujeres como fines en sí mismas y como iguales en la vida social y política si en la familia han sido criados para ver a las mujeres como objetos para uso de los hombres. Como lo observara hace largo tiempo John Stuart Mill, cuando los hombres han sido educados para pensar que ser hombres los hace superiores a la otra mitad de la raza humana, esto los marca en la totalidad de su comportamiento social, tanto frente a las mujeres como frente a otros conciudadanos. Cuando un muchacho se considera superior a su madre, cuando, más adelante, tiene «un sublime y sultaniano sentimiento de superioridad» frente a su mujer, no podemos esperar que esto deje de afectar su comportamiento fuera de la familia. «Es un parangón exacto del sentimiento del rey hereditario que se juzga superior a los demás por haber nacido rey, o del noble que se cree superior por haber nacido noble».378 Y, probablemente, esto no sea tan bueno para la democracia.