Me gustaría parar aquí un momento para hablar del «no cambiará nada». He oído esa frase muchas veces entre los veinte y los treinta años de la boca de las mujeres a las que quiero cuando se mudan con sus novios, se prometen, se van a vivir al extranjero, se casan o se quedan embarazadas. «No cambiará nada». Me pone de los nervios. Cambiará todo. Todo. El amor que sentimos la una por la otra será el mismo, pero el formato, el tono, la regularidad y la intimidad de nuestra amistad cambiará para siempre.