En invierno nos encerraban pronto: había que esperar unas cuatro horas a que todos se durmieran. Hasta entonces, todo era bulla, jaleo, carcajadas, tacos, tufo, mugre, ruidos de cadenas, cabezas rapadas, rostros marcados, ropas harapientas. Sí, denostado, degradado... ¡el hombre sobrevive! El hombre es un ser que se acostumbra a todo; esa es, pienso, su mejor definición.