El fideicomiso es una herramienta legal diseñada para proteger los activos y, como tal, sirve solo a los que tienen activos, es decir, a los ricos. No es sorprendente que sea un módulo crucial para la codificación del capital. A comienzos del siglo XIX, cuando la clase media se enriqueció, el fideicomiso se hizo más popular y los activos protegidos por el mismo se hicieron más variados. Junto con las propiedades rurales, los fideicomisos incluían normalmente carteras de propiedades urbanas, así como bonos de deuda pública y acciones de empresas.