Cuando Lilith Iyapo despertó ya no estaba en la Tierra. Porque la Tierra estaba muerta, y Lilith, temía, estaba viva. Pero los terrores que atormentaban su pasado no eran nada comparados con el futuro que sus salvadores alienígenas habían elegido para ella. Los oankali, comerciantes genéticos que manipulaban el ADN, como el hombre había moldeado en sus tiempos el metal, exigían su precio por el rescate de la humanidad. Y su precio era la única herencia que la especie humana tenía por ofrecer: ¡los oankali querían a cambio la propia humanidad! Planeaban engendrar con los humanos. Y no había forma alguna de detenerles…