La pasión de Darius

Preciosa…, eso es lo que eres. Preciosa y perfecta para mí, Marianne.

Saber que era ella la que le daba placer se convertía en algo así como una droga y la había afectado de una manera muy extraña.

Su voz lo era todo para ella. No solo por las palabras que pronunciaba, sino también por el tono, el sedoso canturreo que la hechizaba por completo.

Una mujer espléndida, eso era Marianne. Impresionante en todos los aspectos.

La premió con su semilla y le proporcionó sensaciones que jamás había imaginado.

Adoro conseguir que ardas por mí y continuaré haciéndolo una y otra vez.

He soñado contigo, con hacer esto contigo, con descubrir cada parte de ti, mia cara…, cariño.

«Mía».

Eres preciosa. Tu cuerpo es incomparable.

Darius no quería olvidar su sabor virginal, pero ella jamás podría olvidar sus palabras.

No había nada en el universo que pudiera compararse a los fragmentos de placer que la atravesaban, con la exquisita magnificencia que él podía crear con su boca.