Con su letra grande, Mary Shelley escribe la historia del doctor Frankenstein y el monstruo. También escribe un diario, escribe cartas. Es lo que sabe hacer desde que era chica: lee y escribe. Mary Shelley nació en un tiempo tenebroso. Aprendió a leer su nombre en una lápida. Guardaba el corazón de su marido en su escritorio. En Frankenstein, su novela emblemática, inventó un monstruo hecho de partes de cadáveres. Eran los años de la Ciencia, la luz de la Razón y el culto romántico a la Vida. Pero también había tumbas profanadas y quirófanos clandestinos. La gente creía en el desarrollo científico y al mismo tiempo tenía miedo. Algunos, como Mary Shelley, se animaban, a pesar del temor, a ir un poco más allá, en los libros y en la vida. La mujer que escribió Frankenstein vuelve sobre los pasos de la escritora, iluminando las calles y los cementerios donde Mary Shelley se sentaba a leer cuando era chica y se encontraba con su amante en la adolescencia, mientras el cirujano practicaba disecciones en el aula del hospital y el sueño de la razón producía monstruos.