¿Se puede denunciar a la policía a una paciente que acude al hospital buscando ayuda médica en una emergencia (por ejemplo, con un aborto en curso) porque alguien entiende que esa paciente cometió un delito? No, dice la ley. No, ratificó la Corte Suprema. No, establecen los tratados internacionales a los que la Argentina reconoce rango constitucional. Sin embargo, como demuestra este libro con una contundencia que impacta, se hace.
De muchos hospitales salen las denuncias –en flagrante violación del secreto médico–, que toman cuerpo en distintas instancias judiciales sin que nadie detenga ese delito e incluso llegan a condenas y encarcelaciones: un verdadero engranaje en el que se combinan la escasa formación de los médicos y abogados sobre el tema, sus temores, las condiciones de trabajo en los hospitales y en los tribunales, y la intervención militante de la Iglesia católica en los centros de salud.
En este libro, las autoras de Dicen que tuve un bebé –el libro que descorrió el velo sobre la criminalización de mujeres por eventos obstétricos en la Argentina— realizaron más de cien entrevistas en todo el país, recorrieron hospitales, revisaron planes de estudio de las carreras de Medicina y Derecho, miraron expedientes. Y devuelven aquí un retrato minucioso del proceso de violación del secreto médico que puede extrapolarse a otros países de la región e incluso a otros grupos sociales usualmente violentados, como las personas migrantes o el colectivo LGBTTIQ+.
Entre la rigurosa investigación académica y el activismo jurídico –un enfoque que está renovando el ejercicio del derecho, del que las autoras son parte–, este libro viene a subrayar una constatación que no puede dejarnos indiferentes: para atender el problema de la salud sexual y reproductiva no basta con ampliar la cobertura de servicios, ni con sensibilizar a las mujeres para que asistan a la consulta médica. Además, es clave prestar atención a las formas en que el sistema las recibe cuando ellas se acercan a pedir ayuda.