A causa de su obsesión por Rhoda en los últimos años había perdido el contacto con sus amigos de California, y no había hecho nuevos en Fairbanks. Había trabajado, comprado cosas, hablado por teléfono, había estado con prostitutas y había cenado alguna vez con otros dentistas u ortodoncistas y sus mujeres, pero eso era todo. No era tan raro que ahora hubiera caído tan bajo. Había roto con todo el mundo y había atendido a lo que creía que era amor pero solo era un anhelo, una especie de enfermedad en su interior que no tenía nada que ver con Rhoda.