Hace mucho tiempo me convencí de la necesidad de profundizar en los aspectos pedagógicos y psicológicos del posgrado. También sé muy bien que no es una tarea fácil, porque hay que romper esa barrera invisible, pero siempre presente, que han dejado algunos pedagogos muy aferrados a complicar o simplificar demasiado la Pedagogía, así como otros, que se declaran tan científicos o tan tecnólogos, que no la reconocen y tratan de reducirla a simples procedimientos. Lo cierto es que siempre he seguido el derrotero que me lleva a estudiar y profundizar en el conocimiento pedagógico y psicológico para revertir de forma potenciada lo aprendido en mi labor como docente y tutor de posgrado; a cambio he recibido la satisfacción y el agradecimiento de mis estudiantes en Cuba y en otros países latinoamericanos.
También debo reconocer que tengo fuertes aliados que han sabido colocarme retos en ese camino y que, al mismo tiempo, me han abierto la posibilidad de crecer como ser humano, profesor, investigador, tutor y asesor técnico-docente de la Dirección de Educación de Posgrado (DEP) del Ministerio de Educación Superior (MES) de la República de Cuba desde 1998 hasta el presente. Sus nombres no los voy a revelar aquí, en la introducción, porque podrán ser identificados por el lector a medida que se adentre en la obra. En cambio, sí quisiera mencionar al doctor Julio Castro Lamas, a quien lamentablemente hemos perdido, quien fuera el director de Posgrado del MES (2000–2014) y cuya memoria me ha servido de guía y reto para seguir en este empeño.