Examinad vuestras almas, hermanos míos, y ved si no podéis discernir parte de la verdad de la afirmación de la Escritura que os he propuesto. Recordad los malos pensamientos que se os meten en la cabeza como dardos; son buena prueba de lo sucia y odiosa que es nuestra naturaleza. Proceden, sí, del demonio y experimentarlos no es en sí mismo prueba de pecado, porque incluso el Hijo de Dios, el Salvador, padeció la tentación del pecado. Pero apenas podrás negar que los recibes con una prontitud y un apego que muestra que Satanás te tienta a través de tu naturaleza, y no contra ella.