Las primeras veces ante el dolor, la muerte, el fracaso o el miedo suceden en la infancia, cuando nada comprendemos. Pero poco se aprende después, y rara vez hallamos las respuestas. Amalia Bautista propone en Azul el agua el camino inverso al de la vida, de lo oscuro a lo claro, para introducir la extrañeza y la perplejidad en todo aquello que nos habita y nos rodea. Por eso —por su manera de cuestionar nuestras jaulas cotidianas, por su capacidad para encontrar el desasosiego en lo cercano, también por su tenaz inconformismo— este libro es peligroso: porque su exactitud nos despierta. En estos poemas caben la tristeza y la escasa alegría, las certezas inestables y las dudas punzantes, la familia, el paso del tiempo, la soledad, el amor que hace daño y el amor vencedor de las tinieblas, sin hacer concesiones a lo fácil desde su sencillez. Aquí todo es conciso como un dardo. Azul el agua como gris el miedo, negra la muerte, blanca la incomprensión, rojo el amor, claro lo oscuro.