Cosas que nunca dejamos atrás

—Todo lo que haces me lleva a querer más —⁠gruñí.

Cómo se atrevía el mundo a seguir con sus rutinas cuando mi vida acababa de implosionar?

—Podemos estarnos aquí todo el día discutiendo o puedes meterte en la camioneta. —⁠Casi parecía animado, lo que me hizo recelar de inmed

—Si no me queda otra para salir de esta puñetera tienda antes de desmayarme de lo dura que la tengo, te compro las malditas bragas.

—Quizá es para que pienses en mí cuando te la pongas —⁠me soltó, escudriñando nuestro alrededor.

Eres muy desagradable, siempre, pero ¿hoy vienes y me compras ropa interior?

«Te odio, Knox Morgan».

—No, Naomi, no suelo ser así de contradictorio, y la culpa es tuya, hostia. No quiero que me gustes. No quiero pasarme un día entero paseándome por el puñetero centro comercial y peleándome con el tráfico por ti. Y te aseguro que no quiero ver cómo te pruebas ropa interior. Pero tampoco quiero que estés sola cuando hay un tío en Knockemout preguntando por t

—Por Dios, chica

los penes y las reglas serían lo siguiente.