Sátira de parásitos, de cínicos y de lisonjeros. Así define André Billy esta obra que consiste en el diálogo entre un “Yo”, no otro que el narrador de la historia, a menudo identificado con el propio Diderot, que relata un encuentro reciente en el Café de la Régence con un "Él”, figura muy aproximada a Jean-François Rameau, el sobrino del famoso compositor Jean-Philippe Rameau, con quien entabla un debate lleno de humor, ingenio, feroz irreverencia y reflexión crítica. Como dice Adolfo García Ortega en su prólogo, se trata «de una obra de sutil rareza, poseída por una energía subversiva interior que, aunque comparte aspectos de la filosofía, de la novela, del teatro, de la digresión y del panfleto burlesco, no es, sin embargo, nada de eso y lo es todo a la vez”. Y añade: «Diderot consideró siempre El sobrino de Rameau un texto con evidentes segundas intenciones, destinado a criticar la doble moral social y estética de su tiempo mediante el uso inteligente de la ironía y de la contradicción”.