¿Qué sentido tiene la vida si nosotros no le damos uno?
Esa fue la reflexión de Sandra tras conocer en un orfanato a Ryan, un niño de tres años que casi no sabía andar porque no lo sacaban de la cuna.
Ante la impotencia que le producía la tristeza de Ryan, supo que mirar hacia otro lado habría sido engañarse como se engañan los que se dicen “no puedo” y se propuso ir más allá de todos sus miedos, de todas sus creencias limitantes, de todos sus apegos con un único objetivo: cumplir su sueño.
A través de estas páginas, Sandra nos habla del amor más allá de uno mismo, de la superación, de la amistad, de dudar para después confiar más fuerte, pero, sobre todo, habla de la vida, de lo urgente que es tener claro un objetivo, de lo invencibles que somos cuando nos lo proponemos y de cómo detrás de todos nuestros miedos se esconden nuestros sueños, que están para cumplirlos.
Porque la vida un día se acaba y qué mejor que nos pille dónde y cómo queremos