En el itinerario de su conversión, el autor recupera por oleadas algunas convicciones de la niñez, conservadas entre las líneas de cuentos de hadas y novelas de aventuras. Lo relata en Ortodoxia, su libro más central y el que mejor lo define, y del que se ha extraído este capítulo. En él se muestra su profunda independencia intelectual y un discernimiento clarividente.