Dotada de una extraordinaria materialidad, la poesía de Antonio Deltoro está llena de relieves, matices, ecos y reflejos, donde las imágenes se ven, se oyen y se tocan en una plasticidad inusitada […]. Consciente de su condición urbana […], Deltoro se busca en la vegetación y en los animales, con los que se identifica y distingue a un tiempo, como si quisiera encontrar su sitio en la cadena de la vida: «No soy ni un águila, ni un tigre, ni un coralillo, / aunque a veces salto fuera de lo humano».