La mansa brutalidad del mundo nos sumerge en la locura y la perversión, la rabia y el miedo, la culpa y el deseo, la redención y la venganza: sentimientos encontrados y salvajes tan familiares en la escritura de Liliana Díaz Mindurry. Si bien no se trata en sentido estricto de una novela de terror, el terror nos atraviesa y no nos suelta. «Algo había en el aire, y no es que no se sintiera: se sentía perfectamente, un aire de traición». Leemos con temor y temblamos ante las palabras que nos atrapan en su red. Palabras de horror, pero también palabras con la potencia poética que despliega Mindurry en toda su escritura. Tiempos y lugares que se temen y que al mismo tiempo se intentan recuperar. Así que quien lee no puede más que dejarse arrastrar por la voz seductora que, intuimos, nos llevará hacia nuestra propia perdición.