Cabrera ha escrito unos cuentos que nos ponen frente al dilema de saber si habla de la realidad social o de los fantasmas propios. Son cuentos que tratan de temas como la familia, las relaciones entre seres humanos, la soledad, los recuerdos, la locura, la maternidad, la ansiedad, los deseos, el caos emocional.
La autora sabe cómo dosificar con virtuosismo las tensiones y los quiebres que muchas veces viven las personas. Pero no se trata de relatos que directamente hablen de la realidad; el valor de la pluma de Cabrera es hacer un extrañamiento para hacernos dar cuenta que hay intersticios, tramas, figuras inquietantes de las que muchas veces no nos damos cuenta y que forman parte de nuestras vidas.
De este modo, los cuentos inquieren al lector, le obligan a identificar lo que no se percibe directamente, acaso las propias realidades internas.
(Iván Rodrigo Mendizábal, crítico literario)