Juliano, Septimio, Albino, Nigro..., todos luchando por el poder, pero ¿a alguno le preocupaba Roma? ¿A alguno le preocupaba la seguridad de las fronteras, el alimento para el pueblo, la seguridad de todos? ¿Cuándo llegaría el día en el que senadores y gobernadores pensaran más en el buen gobierno del Imperio que en sí mismos, en sus pequeñas estrategias, en sus rencillas y envidias en esa maldita lucha por el poder que a todos debilitaba, rodeados como estaban de problemas dentro y fuera de los límites del Imperio?