Pues él y yo somos tan diferentes que ningún servicio que sea infame puede ofrecérseme a mí y ninguno que no lo sea puede prestársele a él. Por lo tanto, si alguien jura por Tash y mantiene su juramento cueste lo que cueste, es en mi nombre por el que ha jurado en realidad, aunque no lo sepa, y soy yo quien lo recompensa. Y si alguien lleva a cabo una crueldad en mi nombre, entonces, aunque pronuncie el nombre de Aslan, es a Tash a quien sirve y es Tash quien acepta su acción. ¿Lo comprendes, hijo?”. “Señor, vos sabéis lo mucho que comprendo”, dije. Aunque también añadí, porque la verdad me obligaba a ello: “No obstante, he estado buscando a Tash todos los días de mi vida”. “Amado mío”, respondió el Glorioso Ser, “si tu deseo no hubiera sido buscarme a mí no habrías buscado durante tanto tiempo y con tanta honestidad. Pues todos hallan lo que realmente buscan”.