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Paloma Díaz-Mas

Lo que aprendemos de los gatos

  • Alejandra Arévalohas quoted5 years ago
    Los seres humanos –piensa el gato– padecen una enfermedad congénita degenerativa que se llama Razón.
  • Maferhas quoted4 years ago
    Acariciando al gato nos asomamos ligeramente a cómo debe de ser la vida de los animales, centrada en el instante. El tiempo parece suspenderse un poco, mientras nos olvidamos momentáneamente de nuestras obligaciones y urgencias. Quizás sea ésa la forma en que nuestra vida se alarga, no en el tiempo, sino en la intensidad
  • Erika Coronelhas quoted5 years ago
    Su miedo dura sólo un momento: el momento en el que se produce. El nuestro se prolonga en el tiempo, se arrastra en recuerdos y se proyecta hacia un futuro desconocido e imprevisible.
  • dianalauraaahas quoted5 years ago
    Llorosos, no pudimos no pensar que una muerte así, tan fácil, también la querríamos algún día para nosotros.
  • Marianahas quoted6 days ago
    Y ahora que Tris-Tras no está y sus garritas agudas han desaparecido no sé dónde –polvo que volvió al polvo, incinerado–, es a mí a quien duelen esas cinco heridas, pequeños estigmas labrados por un ser que ya no existe.

    Hay seres luminosos capaces de dar valor y sentido a las cosas más insignificantes.

    Por ejemplo, llega un gato a la casa y los objetos que antes despreciábamos, las cosas que estuvimos a punto de tirar porque no servían para nada, adquieren ahora una utilidad, se convierten en cosas valiosas, en pequeños tesoros.
  • Marianahas quoted9 days ago
    En los casos más graves de la enfermedad Razón, las ideas llegan incluso a impedir el sueño.
  • Marianahas quoted9 days ago
    Otra consecuencia de esa saturación de ideas en el cerebro es que los seres humanos son en general incapaces de hacer cosas tan sencillas como acomodarse y dejar la mente en blanco. Les resulta dificilísimo –por no decir imposible– conseguir un estado tan simple como es no pensar.
  • Marianahas quoted9 days ago
    con cosas insignificantes y efímeras, propias del presente, como mirar sus propias manos al contraluz, dar grititos para escuchar su propia voz o chuparse un pie. Si está a gusto muestra su contento y si está a disgusto o enfadado, lo muestra también, sin disimulo. Y, sobre todo, aún no manifiesta el síntoma más grave de la enfermedad: la manía de planificar el futuro, de imaginar lo que pasará (que tal vez no pase nunca), lo que provoca a los humanos un serio déficit de atención con respecto al presente; pensando en lo que vendrá y tal vez no venga, los humanos adultos acaban siendo incapaces de percibir lo que tienen alrededor. Están siempre anticipándose o recordando, pero no prestan ninguna atención al presente.
  • Marianahas quoted9 days ago
    Al principio, la enfermedad muestra escasos síntomas. La cría humana, llamada bebé o niño pequeño, tiene la apariencia y el comportamiento de una cría de un animal cualquiera: come cuando se lo ofrecen (como muchas crías, aún no tiene capacidad para buscar por sí mismo el alimento), duerme sensatamente (es decir, siempre que le apetece), hace sus necesidades sin problemas (aunque con escasa pulcritud: su forma de pringarse con los propios excrementos no tiene nada que ver con el precoz aseo de los gatos, que ni en los primeros días de vida soportarían semejante porquería) y las pocas horas que pasa despierto las emplea en no hacer nada, en no pensar nada, o en distraerse
  • Marianahas quoted9 days ago
    Los seres humanos –piensa el gato– padecen una enfermedad congénita degenerativa que se llama Razón.
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