La presente obra se articula en torno a dos perspectivas. La primera trata de poner de manifiesto las transformaciones singulares que afectan profundamente a la política y pueden explicar las derivas de la democracia actual. Para ello, el autor se vale de la figura del monstruo, ya que su devenir histórico permite comprender las metamorfosis de la relación entre la norma y su transgresión, la aplicación de nuevos dispositivos de dominio e incluso la hegemonía de valores puramente instrumentales.
La segunda perspectiva pretende ir más allá de los hechos para interrogarse sobre nuestra capacidad de reflexionar y de cambiar el curso de las cosas en el terreno político. Se trata de la reconsideración de la noción de legitimidad democrática, de la distinción de las diferentes formas de consulta a los pueblos, de la elucidación de los procedimientos de identificación colectivos y de las reflexiones sobre las condiciones de un laicismo vivo.