Cuando ya no queda nada dulce
te cuento mis peores miedos,
mis mayores alegrías.
Hablo de mis padres y de la pobreza.
También te cuentos de bandas y de Salinger y de Wes Anderson.
Después te toca a vos
hacer todo eso.
Y a mí otra vez.
Así
hasta que
-por suerte- nos morimos