El “espacio basura” conoce todas nuestras emociones, todos nuestros deseos. Es el interior del vientre del Gran Hermano. Se adelanta a las sensaciones de la gente; se presenta como una banda sonora, un olor, unos letreros; anuncia descaradamente cómo quiere que se le interprete: rico, sensacional, flamante, enorme, abstracto, “minimalista”, histórico.