Con tan solo nueve años, Tania es testigo de un hecho indecoroso y a partir de ese momento su vida cambiará para siempre. Sombras lúgubres. Miedos. Voces. Ruidos en la noche y oscuros mensajes de un ser siniestro que la incita a someterse a él y a mantenerse alejada del pecado. ¿Quién es ese ser? «El círculo no está cerrado» serán las palabras que resonarán en la mente de Tania, año tras año. ¿Qué significan? ¿Cuántos pecadores tendrán que ser sacrificados?
Durante la adolescencia, Tania buscará la respuesta a esas y otras muchas preguntas. En su empeño por entender los hechos extraños que se suceden en su vida, descubrirá varios de los más sórdidos secretos de su familia. Ese descubrimiento, junto con la educación poco común que recibió en la infancia y los eventos vividos a lo largo de su vida, la irán formando como persona, hasta decidir asilarse por completo de la sociedad. Pero todo cambia el día en que se muda a un chalet y conoce a los vecinos de enfrente. Para distraerse y romper la rutina diaria, Tania decide espiarlos desde la ventana. ¿Dejará que esa familia entre en su vida? ¿Para qué utilizará Tania al hombre, a la mujer y al hijo de estos?
¿Dónde acaba la realidad en el relato y en qué punto empieza la ficción? ¿Hasta dónde llega el poder de la mente, los mecanismos de autoprotección cuando se vive rodeado del silencio, del abandono y de la desesperación?